La gente se llena la boca diciendo que el país tiene que cambiar, que queremos una Argentina mejor, que la juventud está perdida y la mar en coche.
En el telcentro estoy en constante trato con el público, con gente del barrio o con personas circunstanciales y en todas o casi todas puedo notar una actitud en común: falta de respeto al prójimo.
Hoy voy a hablar de un caso en particular: las viejas del barrio.
Entran al negocio las viejas cogotudas con la factura del teléfono (u otro servicio, por supuesto) en la mano, imponen el papel sobre el mostrador y ante mi cordial saludo de "hola" (porque buen día es muy largo para repetir cada 3 segundos)dicen: "el teléfono" y lo que es peor: muchos se quedan callados insinuando con la mirada que tengo que saber a qué vienen.
¿No se les enseñó a decir buen día, gracias, hasta luego? Es una pena.
Esta generación de ancianos ex clase media, que se llevan el mundo por delante me dan asco.
Que el tiempo no permita convertirme en un ser tan despreciable.